jueves, 4 de noviembre de 2010

Antología twitter de Javier López - Parte III




Al fin había caído en la cuenta. Lo sumaron, como a todos los demás.

Nuestro bebé se convirtió en la mascota del perro.

La inspiración le llegaba como siempre: tras la espiración.

Usó la pistola para revolver todo.

No tenía estudios, pero sabía llamar a las cosas por su nombre: cosas.

En el más allá, las almas se reunieron. Tuvieron una charla intrascendente.

En aquella casa nada era normal. La realidad se había escondido, detrás de los espejos.

La novela de misterio no estaba en su estantería. Revolví toda la casa, sin encontrarla. No he vuelto a saber de ella.

No lo mató por un ataque de locura. Fue por culpa de las voces. Esas si que estaban para el psiquiatra.

Desde su pecera, el pececito de colores miraba atentamente hacia la pantalla del televisor. Pasaban un documental.

Las pirámides son dunas de piedra.

–Creo que necesito un periodo de reflexión –se decía a si mismo el espejo.

Me pareció un ignorante cuando lo vi sumar con los dedos. Cuando empezó a calcular logaritmos, tuve que reconsiderarlo.

La oveja clonada se sentía diferente.

Por fin eché a los fantasmas de la casa. Les puse mis psicofonías.

El viento elevó la falda de la montaña.

El profanador de tumbas fue muy bien recibido. Lo invitaron a quedarse, sin posibilidad de rechazar la invitación.

El fantasma fue al psiquiatra cuando comenzó a sentir sensaciones corpóreas.

El gobierno justificaba los puntos negros de aquella carretera porque contribuyeron a salvar una fauna casi extinguida. Buitres.

¡Burócratas! Obligaban a hablarles por triplicado.

Pasó tantas vicisitudes que ya conocía una a una las texturas de cada letra de esa palabra.

En el baile de máscaras todos se preguntaban quiénes eran, frente al espejo.

Extrajeron la muela del juicio, con la venia de su señoría.

Los jilgueros comían los brotes tiernos que asomaban a través de los ojos del espantapájaros.

El alfil negro y el alfil blanco se retaron. El desafío se llevaría a cabo en cuanto aquellos dos hombres no estuvieran allí.

Cuando disparó el flash, vio con horror como la luz atravesaba a sus amigos. Se palpó para saber que estaba despierto. Tocó la nada.

Algunas personas son muy fotogénicas. Salen favorecidas en las fotografías. Yo gano mucho en las radiografías.

Caos: la realidad se disfrazó de espejismo.

El silencio es sonoro, cuando se rompe.

En la arena del reloj se produjo un espejismo.

Se hizo anciano mientras giraba las manecillas de un reloj.

Hallados restos de un faraón en su reloj de arena.

Se estremeció cuando fue consciente de que la tierra en la boca y la falta de aire no formaban parte de la pesadilla.

La vida pasó rápido delante de sus ojos de cristal. No se dio cuenta de que estaba muriendo.

El lado oculto de la Luna también tiene su Alicia.

Fundaron una nueva iglesia. Invitaron a todos los dioses a la inauguración. Hubo de suspenderse por falta de asistencia.

La luna tiene lágrimas de agua dulce.

¡Apunten! ¡Disparen! ¡A mí no, cabrones!

Vivía de espaldas a la realidad. Solo podía verla cuando miraba a un espejo.

Lo pensé sólo por un instante. Pero pasó la ocasión.

Fui a apagar la luz y casi me electrocuto. Nunca imaginé que la lámpara tuviera tan mal genio.

La luz se apagó. Se oyeron besos.

La luna: ¿Por qué siguió reflejándose en el estanque, durante el eclipse?

El cactus se sentía herido en lo más profundo. Las espinas empezaron a crecer hacia adentro.

El dromedario era un espejismo. No así el tuareg que parecía ir encima de él.

Alguien nació en el planeta de una estrella fugaz. Nunca supo quién era.

El cuento del patito feo se escribió con la pluma de un cisne.

Las voces del psiquiatra atendían a múltiples pacientes.

Con enorme ajetreo, sábanas van, sábanas vienen, en maletas, en bolsas. Los fantasmas también se mudaban con los dueños de la casa.

El silencio produce eco de otros silencios.

Flores en su aniversario, bombones en su cumpleaños. Y cada día, palabras de amor, entrega, pasión y locura. Ella había muerto, años atrás.

La casa domótica dejó en stand by al dueño.

Primero creó una especie gigantesca. Luego envió el meteorito. Aún así no acabó con el planeta. Entonces concibió un ser pequeñito y letal.

El párroco se asomó al campanario para ver por qué las campanas doblaban a muerto. Un hombre pendía, sin vida, de una de las sogas.

Problema cósmico: el reloj de sol retrasaba.

¡Por poco se muere! Por mucho, también.

Gregorio Samsa fue la consecuencia de una resaca.

La estrella eclosionó: tuvo quintillizos.

Iba a ser su primera aparición en público. El fantasma sentía los nervios del debut.

El instante que mejor aprovechó en su vida fue el posterior al último, porque con ese ya no contaba.

Encontré una bala perdida.

Colapso en twitter: Tipo logra colar uno de ciento cuarenta y uno.

Se salvó porque supo reaccionar ante el infarto. Tampoco era muy diferente a otras veces que le habían roto el corazón.

Sonámbulo, aprendió con virtuosismo a tocar el piano. Despierto, sólo daba la nota.

La cápsula lunar no hizo efecto. Le aumentaron la dosis.

Enterraron al Mar Muerto.

La rueca giraba inútilmente, porque las parcas ya habían muerto.

En sus sueños, era sonámbulo.

La sequía acabó con la humanidad, y también con la laguna Estigia. Desde entonces, miles de millones de almas vagan sobre un terreno baldío.

Pintaba cuadros por arte de magia.

La analítica reveló que por sus venas circulaba algo que no era de naturaleza humana.

Sobredosis creativa: la musa comienza a escuchar voces de otras musas.

Descubrió que estaba solo el día que se decidió a girar la cabeza a ambos lados.

La entrada se derruyó, convirtiéndose la gruta en el estómago de un gigantesco organismo que iba a devorarlo.

Las zapatillas de la bailarina se mantenían de puntillas cuando nadie las miraba.

Pusieron el Ulises de Joyce como trampa para cazar al ratón de biblioteca.

En aquel lugar ya nadie recordaba cuándo empezó a llover.

La veleta comenzó a llevarle la contraria al viento.