domingo, 18 de julio de 2010

Monográfico de 140 caracteres sobre el ajedrez y la muerte


Fecundidad - Héctor Ranea
Fecundé a la Muerte. Parió un tablero y 39 trebejos. No sabemos cómo darles de comer a las sabandijas.

Escaques – Héctor Ranea
La Muerte habita un escaque singular. Mide lo que mide un punto. En ese escaque no cabe nada más que ella, pero entran todos.

Aprender - Héctor Ranea
El joven teme que cuando entienda ajedrez como para vencer a la mujer que tiene enfrente, de pura bronca ella lo lleve y tire al río.

Básico - Héctor Ranea
La Reina no puede saltar. El peón no sueña a la Reina. El caballo no monta al obispo. La Muerte es Campeona Universal.

Pasto Verde - Héctor Ranea
Ella no jugaba ajedrez con la Muerte. La encantaba con indios y caballos. Curas abstenerse.

Séptimo sello - Héctor Ranea
Lávese bien las manos. El trebejo que acaba de jugar fue usado por la Muerte para Usted.

Enroque - Héctor Ranea
El caballo engulle peones en diagonal. La nube negra mata caballos. La muerte hace enroque con mi mano. Mi muerte muere conmigo.

El rayo - Héctor Ranea
Los rayos azules de la Reina blanca fueron las últimas lágrimas. Su sacrificio fue en vano. Todo lo demás fue negro.

Galope - Héctor Ranea
Recorrió el tablero en el corcel blanco, lloró el tendal de peones muertos, divisó torres incendiadas: su partida estaba ya dispuesta.

Publicidad - Héctor Ranea
Le aseguramos una de cada cinco partidas ganadas contra la muerte.

En tren - Héctor Ranea
Ocupaba un asiento completo con tablero armado. El tren andaba a toda marcha. Me invitó con la mirada: comprendí que ya era inútil.

Ventanilla - Héctor Ranea
Sentado mirando al paisaje descubro el damero. Ella está ahí esperándome y el tren no la deja atrás. Me mira sonriendo.

Amantes - Héctor Ranea
En el asiento que ocupan ya no cabe su amor. No me ven: sus ojos están para otro sentimiento. Sé ser paciente, ya jugarán conmigo.

Vorüber! - Héctor Ranea
Camina en dirección contraria al tren. La mujer de hueso me mira, le digo: soy tan joven, ¡sigue! Saca el tablero, ya sé todo.

Perfect timing - Héctor Ranea
El tren frena a muerto cuando la Muerte está por dar mate a la joven. El tablero vuela por el aire. Desconcierto y alegría.

Cita - Héctor Ranea
Espero en el tren que ella venga, como siempre, alhajada de mis besos. En cambio, aparece la Muerte, alhajada con caballos muertos.

Arúspice - Héctor Ranea
No necesito poderes especiales para darme cuenta de que tengo mate en cinco. ¡Y la pobre mina piensa que zafará de mi mano de hueso!

Posmoderno - Héctor Ranea
Muerte
—Lo que el corazón quiere, la mente se lo muestra.
Científico
—¿Vos también posmo? ¡Me quiero morir!
Y ella a él
—Dicho y hecho.

Corral - Héctor Ranea
El caballo de la Muerte come un obispo. El diácono supérstite la acusa de diabólica y ella sonríe. Es su boca un corral lleno de curas.

Chasco – Héctor Ranea
¡No; loco. Así no se puede! Te ponés a jugar al ajedrez y ¡Zas! La Muerte. Y mejor que te dejés vencer porque si no: guadaña y pozo.

Rey con inconveniencia – Héctor Ranea
—Jugar una partida contra la Muerte fue nada —narra el Rey Negro—. La jodida fue por el divorcio. Ésa sí fue brava.

Oportunista - Héctor Ranea
—¡Alto! Dejame un cacho más —dijo el científico a la Muerte—. Estoy a punto de entender una cosa.
—No; si lo entiendes no morirás.

Riberas - Héctor Ranea
En cuanto el tren haga el cruce del puente sobre el río, digo, hago mate a la Muerte. Pero dura una eternidad. Ella me sonríe.

Pasajero - Héctor Ranea
Afuera llueve. El tren vaga como una madera silente. Un pasajero pregunta quién jugaría al ajedrez con él. Me levanto y palidece.

Simultáneas - Héctor Ranea
En un tablero Baudelaire, blancas; en otro Whitman, negras. La muerte da más chance a quienes le cantaron más oportunidades.

Encierro - Héctor Ranea
Un caballo preñó la Reina. La Muerte hizo jaque mate y lo encerró al caballo, lo llamó Minotauro y me condenó a ensillarlo.

Abrigo - Héctor Ranea
Mientras los pies del moribundo estén bajo la sábana el tablero de ajedrez está iluminado. Si salen fuera manda a la Muerte.

Madera - Héctor Ranea
En silencio talla los trebejos con un secreto. Cuando la Muerte juegue con ellos, reverdecerá.

Camino - Héctor Ranea
Juego con mi hijo y el tablero dibuja en los escaques un camino. Sé que siguiéndolo me llevará a la Muerte. Ergo: me hago el otario.

Truenos - Héctor Ranea
El galope de caballos asusta a mis peones blancos. Al llegar, los trebejos revelan ser todas mis muertes buscando la recompensa.

Sergio Gaut Vel Hartman
El peón creía que alcanzaba con travestirse, pero estaba equivocado; la Muerte limpió el tablero con su guadaña y dio paso a la Dama.

Sergio Gaut Vel Hartman
Ingmar Bergman, el campeón mundial de ajedrez, renunció a protagonizar "Pinceladas, vida de Adolf Hitler, el último film de Garry Kaspárov.

Sergio Gaut Vel Hartman
La Muerte celebró los actos de canibalismo de los Caballos y los Alfiles; por fin podría descansar, o retozar lésbicamente con la Dama.

Sergio Gaut Vel Hartman
—¡Fornicación entre Caballo y Mujer! —dijo el Sumo Ginecólogo vaticano. —¡Sólo tuve sexo con el Obispo! —exclamó la Dama. —¡Santificado sea!

Sergio Gaut Vel Hartman
Le dijimos a la Muerte que su cosecha sería más abundante en los clubes de ajedrez. Gracias a ese sacrificio, alcanzamos la inmortalidad.

Sergio Gaut Vel Hartman
—¡Promocioné! —exclamó el peón alborozado. La Muerte, junto a la octava casilla, lo transformó en Dama. El Dr. Freud se rascó la cabeza.

Sergio Gaut Vel Hartman
Ahora somos 25.000 millones; la Muerte nos abandonó para dedicarse a segar los tableros de ajedrez. Exigimos que regrese a hacer su trabajo.

Sergio Gaut Vel Hartman
La huelga de piezas de ajedrez nos obligó a tomar el toro por las astas. Samsa, la Muerte y el dinosaurio fueron los carneros.

Sergio Gaut Vel Hartman
El error fatal de la Muerte fue concederle un ultimo deseo a las piezas de ajedrez. Todas pensaron a la vez ¡jaque mate! y la fulminaron.

Sergio Gaut Vel Hartman
A punto de coronar y transformarse en Dama, el peón se enamoró de la Muerte. Se quedó sin el pan y sin la torta.

Sergio Gaut Vel Hartman
Al llegar a la octava casilla, el peón pidió ser alfil. El Vaticano desconfió, ¿otro cura obrero? La Muerte rió. Se puede hacer sin guadaña.

Sergio Gaut Vel Hartman
El Hombre Montaña miró al Caballero con gesto ceñudo, luego a la Muerte y al final, el Tablero. Ninguno de los tres daba el "fisique du rol".

Sergio Gaut Vel Hartman
Los tiempos cambian. La Muerte trabaja en un tanatorio, tres peones regentean el cybercafé "Travesti el 8" e Ingmar Bergman maneja un taxi.

Sergio Gaut Vel Hartman
La Muerte, enloquecida, empezó a segar la vida de todas las piezas. —¡No conoce las reglas! —exclamó Lasker. —¡Las hace! —replicó Tahl.

Lúdico - Sergio Gaut vel Hartman
Dios no juega a los dados; juega al ajedrez. ¿Resolvería algo saber que si Deep Blue gana la partida habrá comenzado la Segunda Venida?

Sergio Gaut Vel Hartman
El Caballero hizo una jugada audaz en la partida crucial que jugaba contra la Muerte. —¡Bien! —dijo la Dama—. Esta sólo sabe jugar finales.

José Luis Zárate
A la Muerte le gusta jugar al ajedrez, ama su lógica interna, la rígida forma de los movimientos. Su tablero es del tamaño de una nación.

José Luis Zárate
En mi partida de ajedrez contra la Muerte su peón hizo un movimiento inesperado: se comió a la Reina, logró Jaque Mate, saltó a mi garganta.

José Luis Zárate
En mi partido de ajedrez contra la Muerte llegamos a tablas. Pero el empate es infinito. Nunca saldré de este maldito tablero.

José Luis Zárate
Cada martes, si no llueve, juego al ajedrez contra la Muerte. Es tan agradable que llevamos así desde 1204. Olvidamos ya cuál fue la apuesta.

José Luis Zárate
Frankestein apuesta su vida contra la Muerte en un partido de ajedrez. Cada vez que le come una pieza, entrega una pieza, un brazo, una parte.

José Luis Zárate
Kasparov espera a la Muerte con el tablero de ajedrez listo. Ella llega con un X-Box, el Guitar Hero y, naturalmente, sonriendo.

José Luis Zárate
Es muy desagradable jugar al ajedrez con la Muerte. Las piezas gimen, lloran, suplican. Cuando sacrifica un caballo este no deja de gritar.

José Luis Zárate
Si jugas contra la Muerte por la inmortalidad debes seguir las reglas. No puedes dejar partida, y ella tarda 250 años en mover una pieza.

José Luis Zárate
La herida que atravesó el corazón del Caballero no fue la de una espada. Con qué desconcierto encontraron ahí la figura de un caballito.

José Luis Zárate
Lázaro, el Holandés Errante y otros inmortales juegan ajedrez con la Muerte. Si ganan piensan pedir el merecido descanso.

La carga de la brigada ligera - José Luis Zárate

De pronto giraron, el fuego dió en el costado desprotegido. El general olvidó que los
caballos avanzan en L.

La noche de los muertos vivientes - José Luis Zárate

El peón se comió a la reina.

Antonio Cruz
El alfil sedujo a la reina y el rey lo atropelló con un caballo.

Antonio Cruz
El caballo avanzó al galope contra la torre y se llevó el porrazo de su vida.

Antonio Cruz
El peón, apenas salió de su casilla fue aniquilado por un alfil. Nadie indemnizó al rey por su pérdida. Era una víctima más en la contienda.

Antonio Cruz
“Jaque a la dama” dijo el alfil entusiasmado. No había visto venir al caballo.

Antonio Cruz
“Mi reino por un caballo” dijo el rey y era cierto. El galope sinuoso del equino lo había dejado sin salida.

Antonio Cruz
“Vos serás mi rey” dijo la dama “pero el alfil es más elegante y menos pollerudo".

Antonio Cruz
“Un peón, un peón… Todo lo que necesito es un peón” pensó el profesor de ajedrez mirando su jardín por la ventana.

Antonio Cruz
“Jaque mate” dijo la reina negra y su rey se adueñó de mi palacio de sesenta y cuatro habitaciones.

Antonio Cruz
El rey quiso hacer un enroque largo pero se equivocó de reina. Ahora los peones son bicolores.

Antonio Cruz
Las negras perdieron la partida porque los peones hicieron huelga por discriminación.

Porfiado- Miguel Dorelo
¡Muerto el rey, viva el rey! Gritaba cuando le daban mate, e insistía en continuar con la partida.

Capitalista- Miguel Dorelo
Al dueño de aquella multinacional, sacrificar a un peón para conseguir un beneficio era lo que más le atraía del juego.

Integración- Miguel Dorelo
Jamás quiso jugar al ajedrez. Aducía que nunca avalaría esa guerra sin sentido por cuestiones de color.

Confusión mundial- Miguel Dorelo
Indignado abandonó la partida aduciendo que le habían dado mate con uno de los alfiles claramente en offside.

Estrategia libinidosa- Miguel Dorelo
No le interesaba tanto el matar al rey contrario, más que nada se concentraba en como consolar a la viuda.

Integración- Miguel Dorelo
Jamás quiso jugar al ajedrez. Aducía que nunca avalaría esa guerra sin sentido por cuestiones de color.

Confusión mundial- Miguel Dorelo
Indignado abandonó la partida aduciendo que le habían dado mate con uno de los alfiles claramente en offside.

Esrategia- Miguel Dorelo
Comprendió que en esa partida de ajedrez no tenía chances por la calidad de su adversario; decidió jugar colgado del travesaño.

Estrategia 2- Miguel Dorelo
Corrés en diagonal, desbordás al peón y tirás el centro para que la torre cabecee, fueron las indicaciones para el alfil negro.

Enseñanza – María del Pilar Jorge
La muerte es el mejor de los profesores, nos enseña a amar la vida.

Maria del Pilar Jorge
—Te estaba esperando— murmuró ella y el caballero se dió vuelta. Pero no era la dama. Un certero guadañazo le cortó la cabeza.

Elección – María del Pilar Jorge
Reina Blanca o Reina Negra, Reina Blanca o Reina Negra: la muerte decidió a quien llevarse, en una partida de dados.

Por amor a Baco – María del Pilar Jorge
A esa Dama le gustaba tanto la bebida, que se terminó convirtiendo en dama Juana.

Elección II – María del Piar Jorge
La muerte encontró al peón acurrucado a la sombra de la torre. Conmovida, decidió llevarse al caballo.

Caballos – Antonio J. Cebrián
Montar caballo de ajedrez no es fácil. Salta dos cuadros adelante y todo bien pero en el aire,gira uno y el jinete muerde el polvo.

Inútil – Antonio J. Cebrián
Un solo peón y el Rey dieron mate al adversario.
Triste destino, pasar el resto de su vida con la única compañía de un rudo soldado.

Interés propio – Antonio J. Cebrián
El Rey blanco, mujeriego empedernido, no tenía otra obsesión que lograr que sus ocho peones coronaran octava línea.

Perdedor – Antonio J. Cebrián
Mi secuestrador me reta al ajedrez. Si gano me liberará. Mi partida no está en el tablero; alguien me dijo que tiene mal perder.

Impostor – Antonio J. Cebrián
El Rey quiso celebrar la victoria amando a su Dama. Pero ella había muerto y lo esperaba el peón travesti que coronó octava línea.

Homoajedrecistas - Nanim Rekacz

Como estamos a favor del matrimonio igualitario y no somos racistas yo juego con las dos damas y él con los dos reyes.

Ventajita - Nanim Rekacz

Los ajedrecistas fueron los primeros en igualar a los blancos con los negros; pero reservaron a los blancos la primera movida.

Revolución - Nanim Rekacz

Los peones cambiaron las reglas, ocuparon las líneas de fondo y mandaron al frente a las otras piezas. Fue tablas sin mover.

Así, no - Nanim Rekacz
Llovía sobre el tablero. Las piezas se subieron una sobre otras, arriba de las torres. Suspendieron por mal tiempo.

Error de diagnóstico - Nanim Rekacz
Cuando se inventó el ajedrez virtual los ortodoxos presagiaron la destrucción de las reglas y la muerte del ajedrez.

Suerte - Carlos Feinstein
Cuando juega al ajedrez, apostando su vida a la muerte, esta comete un error, y pierde. Él vivirá por siempre, nadie ya lo reclamará.

Hechizero - Carlos Feinstein
Un peón descubrió las leyes del dámero, secuestró a la dama y la llevó a una zona fuera del tablero. Dicen que son muy felices.

Ajedrez - Carlos Feinstein
La sublevación arrasó, la monarquía con sus leyes de movimiento no pudo contra las nuevas armas. Los peones los ametrallaron.

Pieza turra - Carlos Feinstein
La orden de sacrificar el caballo no se cumplió, y el muy traidor juega ahora para el otro color, habiendo contado mi estrategia.

Oriana Pickmann
Las damas chinas esperaban a los peones caídos en combate.

Oriana Pickmann
Uno de los peones quiso hacerse Rey. Pero los otros ya le tenían preparado su Waterloo.

Javier López
Durante la revolución francesa, se guillotinaba al perdedor de la partida de ajedrez.

De escaquística - Juan José Arreola
La presión ejercida sobre una casilla se propaga en toda la superficie del tablero.