viernes, 11 de junio de 2010

Un prolífico y 29 ráfagas parpadeadas en el mediodía de Buenos Aires

Estrategias
El hijo de Hitler tenía dificultades para enganchar mujeres. Un día empezó a decir que había escrito siete libros, pero no levantó ninguna. Entonces cambió de estrategia: les contó que su papá tenía un montón de campos... de concentración. Tampoco.

No será un best seller
Compré el libro que me sugeriste; lo leí. Eras la protagonista. Pero amabas a otro hombre. Cuando regresé ya no estabas; te habías ido con él.

Cuestión de medidas
Puso la escalera junto al ventanal y subió para arreglar la cortina. Resbaló y pronto estuvo en el aire, precipitándose hacia el suelo. —¿Cuánto se tarda en caer once pisos? —pensó—. ¿Hay tiempo para escribir una última microficción?

Fracaso inevitable
La novena invasión marciana terminó en desastre. La llegada de la flota coincidió con la jornada final de Gran Marciano, un reality de humanos que supuestamente se comportaban como habitantes del planeta rojo. Las naves chocaron contra el Uritorco.

Maestro
El hijo de Hitler quería escribir microficciones, pero sólo le salían novelas. Un día se encontraba en Petra y acertaron a pasar por allí Hemigway, Monterroso, Chuang Tze y Kafka.
—Que tu padre te enseñe —le dijeron a coro.

Interregno
Se reunieron todos los solares para analizar el fin del mundo de 2012. Los marcianos propusieron el éxodo masivo. Los terráqueos ni eso. Cuando los mayas volvieron de su viaje por la galaxia aclararon todo.
—¡Fin del mundo, las pelotas! —dijo Huitziloquetzalcoyotlpaxi.

Golpe de gracia
Cuando Monterroso abrió los ojos, la Dama de Pique, el Caballo de Troya y la Torre de Pisa formaban una red de mate a su alrededor. Los peones de “La siciliana”, borrachos, se reían estúpidamente.
—Estoy perdido —dijo—. Abandono. 

Reglas dietéticas
—Este saurio es un puerco —dijo Aarón Rabinovich.
—¿Saurio o puerco? —respondió Moisés Goldbaum.
—Puercosaurio.
—¿Cincuenta y cincuenta?
—No, ochenta por ciento saurio y veinte por ciento puerco.
—Entonces es casher. El sábado en casa de Rebeca Trajtemberg lo comemos.
—¿Asado o guisado?

Vocaciones erradas
El hijo de Hitler se encuentra con Albert Einstein en los jardines de Princeton.
—¿Cómo está tu padre? —dice el físico—. Hace rato que no lo veo.
—Estudia bricolage e ikebana —responde Otto.
—Caprichoso. ¡Qué cerebro se perdió la ciencia!

Mediáticos
Estaba cubriendo el congreso de seres mitológicos cuando Zeus y Odín se fueron a las manos. Un centauro, sintiendo vergüenza ajena, me dijo: — Si esto sale en Teleolimpo estamos fritos.
—Yo soy periodista de Valhalla News —afirmé orgulloso.

Salto cuántico
Los marcianos desarrollaron una tecnología fabulosa, que no existe en ninguna otra parte del universo. Movieron la nube de Oort y la clavaron en la punta del monte Olimpus. Ahora esperan que empiece a llover para llenar los secos canales.

Mal bicho
El hijo de Hitler y el hijo de Perón tenían gustos sencillos, como mirar las muchachas desde un café en Piazza Navona. Pero un día pasó el hijo de Jean Cocteau y los convirtió en estatuas de sal.

La invasión por el éter
Cuando la gente se empezó a suicidar tras escuchar la emisión radial, H. G. Wells lo llamó a su sobrino Orson y le espetó.
—¿Qué hacés, loco? ¿No te das cuenta que este material no es para cualquiera?
—Justamente, por eso, H. G., justamente por eso.

Achaques de la vejez
El hijo de Hitler se cruza con John Lennon en Picadilly Circus.
—¿Cómo está tu padre? —dice el músico.
—Un poco deprimido —suspira Otto—; Mike Jagger dice que ya está viejo para tocar con los Bumping Stones.

Parking
La invasión marciana fracasó porque aterrizaron en el centro y dejaron sus naves estacionadas en cualquier parte. Las grúas de la municipalidad las levantaron, ellos se negaron a pagar las multas y se los llevaron presos a todos.

Salomónico
El conflicto entre caballos y alfiles, originado en que los primeros pueden visitar todas las casillas y los segundos sólo la mitad, se zanjó mediante la creación del alcabil, una pieza que mueve como se le antoja.

Un fracaso marciano que no quedó registrado
El 28 de diciembre de 2028 se produjo la 54º invasión marciana, pero nadie se dio cuenta porque se utilizaron naves invisibles. Eran tan perfectas que tampoco los marcianos las veían y las destrozaron chocándolas entre sí.

Cosas de grillos
El crítico, un tipo críptico, criminalizó el criterio que había cristalizado el día de la crisis de los crisantemos, cuando les dijo a los cristianos que el crisol de la crispación estaba en la cripta de Critón.

Tendencias
En Marte no existe la microficción. Un cuento de tres palabras, por ejemplo, es impensable, ya que para decir: “el sol brilla” los marcianos deben escribir “e’é’lly br’’yll a’a’áä s’hau ‘loj olig’ô ju’ki ju’ki ol ‘yll pu’to”.

Herencia macabra
El hijo de Hitler paseaba por el Rosedal cuando se topó con el hijo de Perón.
—¡Fíjese por dónde camina! —exclamó Otto.
—¡Fíjese usted, hijo de generocida! —bramó Domingo.
—¿De qué habla? Esas son calumnias. Mi padre es sastre.
—¡Justamente por eso!

El último fracaso
Los marcianos decidieron no volver a invadir la Tierra el día que murió Ray Bradbury.
—Si no lo logramos hasta ahora —dijo el jefe de la expedición—, ya no lo lograremos.

Especulación
Había soñado que sólo era una imagen reflejada en un espejo. Cuando no pudo girar la cabeza supo la verdad: el otro le daba la espalda.

Inimputable
—¿Usted está plagiando mis textos?
—En efecto, pero lo hago en la ficción, no en la realidad. Por eso estoy seguro de que no seré castigado.

Una invasión encriptada
Los marcianos de sangre verde, enemigos de los de sangre amarilla, fueron los protagonistas de las 87ª invasión. Resultó una experiencia terrible, ya que cada marciano ocupó el cuerpo de un terrestre y ni nos dimos cuenta.

El nacimiento de una fe
La muerte del ídolo disparó la inmediata devoción. A las veinticuatro horas había realizado su primer milagro y a las cuarenta y ocho apareció el fundamentalismo.

Avalancha
Cuando descubrieron los microcuentos metaficcionales, un montón de personajes quisieron probar suerte. No fue fácil para Rojo, Bianchi, Lagmanovich, Brasca y Zavala limitar la entrada de Jesús, Marilyn, Hitler, Bovary, Genghis Kahn, Cleopatra, Napoleón y Julieta porque no había más lugar.

Reputación
El hijo de Hitler quería que su padre fuera respetado por todo el mundo. Un día se encontró con Henry VIII y le pidió consejo.
—Que se dedique a otra cosa —dijo el rey palmeándose el voluminoso vientre—; mientras siga trabajando como chef será odiado por todos.

Avaro
Mientras meaba, a Nelson Rockefeller se le cayeron los dientes de oro al inodoro. Como le daba asco meter la mano para recuperarlos llamó a Superman. Vino el Chapulín Colorado y se fue sin hacer el trabajo. El millonario quería pagar tarifa de mucamo.

Vía de escape
La realidad lo crispaba, por lo que decidió convertirse en personaje de una ficción bucólica. Hace cien años que busca un escritor adecuado para que escriba su historia.


La ilustración de esta entrada es de Eduardo Naranjo