viernes, 28 de mayo de 2010

En cariñoso homenaje a quien saca conejos de la hoja en blanco. A Ranea, mago de la palabra. Y para que se recupere pronto.


Locura - Héctor Ranea
Para cantar como se debe la escena de la locura de Lucía de Lamermoor, la hydrodaktulopsychicharmonica debe estar mojada con lágrimas de una loca triste. De más está decirlo: pocos logran llevar a término.

Inversión - Héctor Ranea
La espalda del condenado chasqueó en Do en los primeros latigazos. El carcelero se empecinó en sacar toda la escala y murió de agotamiento sin lograrlo.

Sencillo - Héctor Ranea
En una cuerda de cierta guitarra está marcada la uña de un hombre sencillo que le cantaba a una mujer prohibida su última tonada.

Razón - Héctor Ranea
Goya sólo pudo escuchar por siempre los tiros de los fusilamientos de mayo. Nítidos, fatales, interminables.

Lujuria - Héctor Ranea
Con la trompeta afinada ella podía recordarlo sólo si la tocaba desnuda.

Violencia - Héctor Ranea
Ella usaba un violín, él la viola.

Mística - Héctor Ranea
Soledad coral.

Héctor Ranea
Cría ojos, así los cuervos se alimentan como corresponde.

Héctor Ranea
No trates de encontrarme bajo el piso que pisan tus sandalias, andariego. No soy un poeta sino eso que nadie se atreve a volver a pisar.

Héctor Ranea
No tengas esperanzas que no hay espantapájaros que asuste al grajo. Ojo ve, ojo quiere.

Héctor Ranea
Hay otros grajos que piden ser besados para convertirse en príncipes, pero luego devoran los ojos de la amante que se presta al juego.

Héctor Ranea
Es necesario saber parpadear –está escrito en un ábside de Santa Evangelina en Agonía. Se dice que es para espantar los cuervos que comen los ojos de los que miran demasiado fijo.

Héctor Ranea
El río no divide, son los puentes infranqueables del agua que corre que los hace inalcanzables.

Héctor Ranea
La taberna de Kafka tiene una entrada secreta. Dentro están los poetas sin ojos cantando frente a una cerveza evaporada. Cantan en voz muy queda. Son los escarabajos, dicen. Pero nadie escucha a los poetas.

Héctor Ranea
Detrás de la estatua de cierto conde oscuro, se encuentran los manuscritos que quemó Kafka en bronce.

Deberes - Héctor Ranea
El niño dibujaba el mapa de los Andes pero, ante los errores cometidos, decide hacer un bollo con el papel y en ese instante éste se arruga mostrándosela completa y tridimensional.

Turistas efímeros - Héctor Ranea
Viajamos tan rápido que dejamos atrás lo más soñado.

Mar de los placeres de Homero - Héctor Ranea
Me place reposar sobre mi escritorio, escuchar las naves surcar los mares que nunca conoceré. Oler las mujeres del modo que se dejan oler en mis poemas.

Mar de la inesperada partida - Héctor Ranea
¿Por cuáles túneles fluyeron los mares hasta vos? ¿Cuáles agujeros en las olas me conducen a tu piel? ¿Cuál mar, cuál hendija me guiará cuando esté muerto?

Hasta eso - Héctor Ranea
Miró bien su mapa. Ese río no estaba ahí anoche. Desde que ella lo dejó, el explorador encuentra que hasta su geografía ha cambiado.

Perros poetas - Héctor Ranea
Conocí un perro que miraba el mar pensativo y otro que ladraba a las olas.

Hojarasca - Héctor Ranea
El escritor encontró una novela escrita en hojas caídas de árboles muertos.

Guerra de trincheras (2)- Héctor Ranea
La trinchera era demasiado angosta. Dos soldados fueron encontrados muertos atascados.

Moribundos - Héctor Ranea
Asustado el perro me mordió suavemente mientras moría envenenado.

Intentos - Héctor Ranea
El tiro del final no le salió. Se colgó de su camisa. Estaba vieja y se rompió. Se tiró de su ventana pero era en planta baja. Por hoy basta, dijo.

Escritor suicida 179 aprox. - Héctor Ranea
A quien pueda interesar. Me suicido saltando al otro lado.
Nota encontrada en el espejo del baño de la poetisa

Pasión - Héctor Ranea
Necesito agua de todas las fuentes para armar un licor que rejuvenezca el retrato de Dorian Gray.

Doble engaño – Héctor Ranea
Soy el falso dios de los falsos profetas.

Heráclito y Monterroso - Héctor Ranea
Nunca te despertarás con el mismo dinosaurio a tu lado.

Naranjo en flor - Héctor Ranea
Primero hay que saber dormir, después soñar, después amansar los dinosaurios que se despiertan a tu lado.

Leucipo - Héctor Ranea
Lo que es, es. Lo que no es, no es. Lo demás, es dinosaurio.

Finale - Héctor Ranea
A pesar de haber despertado, no reconoció al dinosaurio.

Migraña - Héctor Ranea
Sólo para las Actas, se deja constancia que la reunión para quemar la bruja del octavo no se llevó a cabo por un ataque de migraña colectivo.

Dinosaurio - Héctor Ranea
Comenzó a ordenar las vértebras de la bestia. La cuarta y la quinta bosquejaban una forma de mariposa dislocada. Fue así como descubrió el secreto de la destrucción.

Murciélago 2 - Héctor Ranea
Por medio de los olores, le comentó que más allá del árbol, mucho más allá, hay un paraíso de mariposas de noche. El otro sabía que antes de llegar lo pillaría el día.

Certeza - Héctor Ranea
Tenemos certeza de que el amigo murió sintiendo un intenso placer; en su mano sostenía una pluma blanca. Del lugar donde los ángeles tienen su sexo. En la espalda, justo en el engarce de las alas.

Óptica - Héctor Ranea
La luz que sale del arco iris viene del Sol, dijeron los sabios al emperador de China. Para el desayuno del día siguiente, tenía sus cabezas adornando el patio.

Puentes - Héctor Ranea
En varios puentes aparece escrita debajo de la calzada una palabra dedicada al diablo. Sólo pueden leerla algunos peces y aves que anidan en la estructura.

Muertes - Héctor Ranea
La gente muere de dolor desordenado.

Dedos - Héctor Ranea
Me quieren cortar los dedos con los que he pintado como mi amado Caravaggio. Que los corten, pintaré con mi sangre si es preciso.

Carrera - Héctor Ranea
Sueña dinosaurios que lo sobrepasan en la ruta hacia el amanecer. Cuando despierta, ellos ya están ahí.

Cadalso - Héctor Ranea
En un film en blanco y negro entro para besar a Jeanne Moreau antes de que se enamore de Miles y quedo trabado en el ascensor junto al asesino.

Dinosaurios soñados - Héctor Ranea
Confieso que sueño dinosaurios desde antes de saber qué eran. No recuerdo cómo los soñaba, sin embargo.

Apenas por el espesor de un ala de mariposa - Héctor Ranea
Dicen que Sidharta Gautama salvó a una mujer de ser mordida por una cobra. Su colmillo derecho pasó entre el ala de una mariposa y la muerte.

Redoble - Héctor Ranea
En el calabozo nos dejan soñar, a veces, con el redoble de tambor que precede al fusilamiento.

Héctor Ranea
Nos sacan a pasear todas las mañanas alrededor del mástil de la horca donde seremos colgados. Cada día es un recordatorio del último.

Mrs. Bloom 2 - Héctor Ranea
¿Cómo será pasar el invierno escondido entre las piernas de Mrs. Bloom?

Parpadeo - Héctor Ranea
Las imágenes que procesaba en su cerebro tenían un error: todas las caras eran las de su amante.