sábado, 23 de agosto de 2008

15 parpadeos del 23 de agosto de 2008


J. R. J. Contempla el crepúsculo – Luis Cernuda
—Señor, el crepúsculo —anunciaba puntual a la tarde la doncella entrando al salón de Mr. Ruskin, algún tiempo después de consumido el té. Y entonces, Mr. Ruskin iba al jardín.

El conde – Angela Schnoor
Para ostentar singularidad, mandó colgar en la entrada de su castillo un espejo inmenso. Jamás entraba por allí. ¡Cultivaba la imagen rebelde, y escondía el pavor de descubrirse sin reflejo!

Pobreza - Edmundo Valadés
Los senos de aquella mujer, que sobrepasaban pródigamente a los de una Jane Mansfield, le hacían pensar en la pobreza de tener únicamente dos manos.

Previsión – Olga A. De Linares
Cuando despertó, volvió a armarse el cuerpo que usaba a diario. Después, colgó las alas con mucho cuidado. Iba a necesitarlas de nuevo esa noche.

Bloqueo – Ricardo Bernal
Todas las palabras se escaparon del diccionario y se escondieron en los rincones. Tal vez por eso no sé cómo comenzar este cuento.

Incendiario - Roberto Ortiz
Uno a uno van dejando esta celda. Embriagados de libertad, especulan acciones románticas: encender cigarrillos, cartas de amor… Sólo espero que cuando sea mi turno usen mi cabeza para acabar con el mundo.

Ballenas - José Luis Zárate Herrera
El mar se mueve al ritmo de su canto. Después de soltar el arpón el hombre mira el mar inmóvil, piedra líquida, y no comprende.

Evidencia – Magnus Dagon
El hombre se resignó a la diferencia biológica y cultural cuando los alienígenas despreciaron a Mozart por el centrifugado de una lavadora.

Ernest Hemingway
En venta: zapatos de bebé, sin estrenar.

Una maldad póstuma – Sergio Gaut vel Hartman
Cuando los amigos vienen a visitar mi tumba y depositan en silencio las flores de su hipocresía, les desato las lenguas para que hablen mal de mí. ¡Eso es diversión!

Locura manchega - Jorge Martín
—Están locos si creen que me van a engañar esos gigantes por mas bien disfrazados que estén de molinos.
—¡Son molinos Don quijote!
—Ya lo sé Sancho, peor sería quedarse sin batallas.

Mensaje - Thomas Bailey Aldrich
Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta.

Llamada - Fredric Brown
El último hombre sobre la Tierra está sentado a solas en una habitación. Llaman a la puerta...

Sueño de la mariposa - Chuang Tzu
Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.

Peligro - José Luis Zárate Herrera
Me he arrancado los ojos para no tener el peligro de tropezar conmigo en los espejos, ni para que un buen día de estos me vea al final de la calle del brazo de una esposa gorda y satisfecha con cinco niños a mi alrededor.

21 ráfagas del 23 de agosto de 2008


El dinosaurio – Ricardo Bernal
Cuando despertó, el dinosaurio se acababa de comer a Augusto Monterroso.

Infundio – Sergio Gaut vel Hartman
—Maestro: si usted quisiera podría escribir una maravillosa novela de vampiros.
Vlad, el Empalador miró furioso al sirviente.
—Esa es una sucia mentira que los turcos inventaron sobre mí. —Y sin vacilar, lo empaló.

La pérdida - Jacques Sternberg
Érase una vez un Dios que había perdido la fe.

Paradoja - Magnus Dagon
Retrocedió en el tiempo para verse nacer y desde entonces fue su mejor amigo, por lo que nunca estuvo solo.

Ajena – Olga A. De Linares
Cuando despertó, el mundo seguía dando vueltas. Pero ella ya no pertenecía más a él.

Culpa - Roberto Ortiz
—Y tú me dices que me calle.
—Cállate.
—Vergüenza debería darte.
—Cállate.
—¡Asesino!
—Cállate.
Presa de cólera, apuntó a su reflejo y disparó. Cuando el cállate se multiplicó por mil, otro disparó los calló para siempre.

Microcosmos - Esteban Moscarda
Vastos imperios de sal y especias había conquistado en nombre de un dios violento. Cuando murió, se dio cuenta que el dios no existía.

Revelación - Magnus Dagon
No existen los gafes por el sencillo motivo de que justo antes de nacer otorgan mala suerte a quien está a punto de darles a luz.

Uija - José Luis Zárate Herrera
Y supón que, como yo, seas un espectro cansado de la muerte y entonces te preguntas cómo suicidarte en el más allá y no encuentras forma ¿entonces qué? Entonces nada.

Francisco Tario
Extirpar el subconsciente. He aquí la intervención quirúrgica del futuro.

Imprudencia - Roberto Ortiz
Z sale con A, A sale con B, B con C… Si siguen así, jamás se volverá a escribir un poema de amor

Vacaciones – Sergio Gaut vel Hartman
Llegué hasta el Instituto de Investigaciones Temporales, pero no pude ingresar porque estaba cerrado. Un cartel decía: “Cerrado por vacaciones del 9 de marzo de 2012 al 10 de abril de 1979”.

El vegetal - Jacques Sternberg

Cuando las zanahorias pensantes llegadas del fondo de lejanas galaxias vieron por vez primera seres humanos de la Tierra en la que acaban de aterrizar, exclamaron, estupefactas: "¡Son legumbres evolucionadas!".

Francisco Tario
¿Y sí por algún nebuloso y helado resquicio del mar se fuera fácilmente al infinito?

Magnus Dagon

Los peces ganaron la batalla evolutiva el día que el Universo se inundó.

Número 8 - José Luis Zárate Herrera
El detective tiene fuerzas para decirle:
—No te preocupes, no existe el crimen perfecto...
Cuando es interrumpido por la enfermera que lo llevará a la sala de operaciones Número 8.

Lenguaje estoico - Roberto Ortiz
Gracias, es todo cuanto puedo decir, ni más ni menos. Algunos esperan otra cosa, como si con decir bastante se llegara a la cima. Como si con decir poco se anulara la existencia.

Historia de un cuento – Ricardo Bernal
En Breves no tan Breves, le quitaron las alas. En Quimicamente Impuro le cortaron las manos y los pies. Arrastrándose llegó a Ráfagas, donde lo recibieron muy amablemente.

Refugio – Olga A. De Linares
Cuando despertó juntó los pedazos de la noche y creó un refugio para todos los sueños, incapaces de soportar la cruda luz del día.

Sin dinosaurio - José Luis Zárate Herrera
Cuando despertó el dinosaurio ya no estaba ahí, pero no pudo ni siquiera alegrarse: él tampoco estaba.

Francisco Tario
No se ha escrito, que yo sepa, en ninguna hermosa novela: "Y tras dejar caer una o dos veces las pestañas, me miró dulcemente, compasivamente, acariciadoramente con sus glaucos y húmedos ojos de vidrio".